6/28/2006

La Marsellesa


Ayer estaba sentado en el sofá de casa, Lucia sufría una fiebre interminable que sin embargo no la impedía rechazar con toda la absurdidad que la infancia tiene la medicina que le bajaría la temperatura.
El enfermo no quiere curarse, se está mejor enfermo que sano: puedes estar en la cama, todo el mundo es amable contigo, está permitido dormir a deshoras y ver programas absurdos en la televisión. La verdad es que estar un poco enfermo está muy bien. A mi sin ir más lejos me han venido atacando unas fiebres extrañas a la hora de la comida, que remitían, previa ingestión de termalgin, a las pocas horas, mi vida era una dicotomía o me marchaba a casa a disfrutar de mi cama fresca y recién hecha, o me quedaba en la oficina, con la certeza de que a las pocas horas la temperatura bajaría y, aunque mi interés y dedicación no, podría continuar mi trabajo.
Comentaba que ayer estaba sentado en el sofá y España jugaba con Francia, a Lucia, que no la interesa el fútbol, la suelo decir que vea por lo menos los himnos, no sé muy bien porque lo hago, quizá para que se sienta identificada con la bandera y el himno de su país, quizá para esté presente en la parte litúrgica de un juego dominado por los intereses comerciales, no lo sé con certeza. Ayer Lucia tenía fiebre y yo en lugar de dejarla que disfrutara de sus dolencias la puse a ver el himno.
Empezó el himno de España, en la televisión se veían los rostros asustados y sin poder asumir la responsabilidad de los españoles que jugueteaban con su mirada dejándola perderse en el infinito, como si allí estuviera la fuerza de la que carecían. Después empezó La Marsellesa y entendí que comparando un himno con el otro este le daba mil vueltas al de España, los franceses cantaban la letra como guerreros antes de la batalla y nosotros nos empequeñecíamos más y más. Al terminar el himno se hizo un silencio sólo roto por el miedo frío de nuestro equipo. Yo lo vi claro, cuando el himno terminó pensé –nos van a ganar, se nos van a merendar–. Y a fe que lo hicieron, los experimentos paleto-Kalimotxeros del OPA! y el ¡A por ellos OE! No pudieron con la Marsellesa, estaba claro.

Aux armes citoyens!
Formez vos bataillons!
Marchons, marchons,
Qu'un sang impur
Abreuve nos sillons.

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