11/07/2006

Mi anhelo enfermizo


Un día empecé a escribir un diario. A mi siempre me dieron vergüenza los diarios–los propios y los ajenos–. En el instante que descubrí el diario de Nacho Canut me dije–ya que no puedo ser famoso como él, al menos le puedo emular escribiendo un diario, digo un blog–. Me armé de valor y lo hice. Pasó el tiempo y el diario fue creciendo, crecía como mi persona a garrotazos, de forma desigual; unos días lacónico casi mudo y otros inabarcable y también un poco tostón. Era mío, como el niño feo, sí, es un monstruo pero es mi hijo y lo quiero. Como todo el mundo sabe un mal viento, una tempestad de datos binarios desbocados destruyó el alojamiento donde mi diario reposaba. Mi diario y el de muchos otros que estábamos alojados en Diary-x se volatilizaron. Cuando eso ocurrió me di cuenta que ya no quería ser como Nacho Canut. Que sí, que estaba muy bien, pero quería ser otra cosa, quería escribir. Ese anhelo enfermizo dominó mis pensamientos. Me sentí como el viajero obnubilado por el canto de las sirenas. Solté las amarras que me unían a la realidad y me lancé casi ciego a navegar por un mar lleno de trampas. Yo no era escritor, ni era Nacho Canut. Un día enfermé y recalé en un puerto conocido para sanar mis heridas. Cuando me recuperé sentí que el anhelo enfermizo había desaparecido que a penas sólo quedaba una resaca, un mero movimiento impostado. Hoy noto algo distinto, quizá sea por la lluvia o pueda que sea por haber leído algo que nunca podré aspirar a escribir, se llama “Parpadeos” y es de un tal Eloy Tizón, no se puede ser tan simple y tan evocador a la vez, tan real y tan fantástico al mismo tiempo. Sus frases cortas, despliegan lamentos y risas al mismo tiempo y su ritmo demoledor le permite relatar un segundo en miles de palabras o años en una sola frase, si que resulte aburrido o deslabazado. Yo descubrí este libro gracias a lector ileso. Cuando leo un libro muy bueno siento un anhelo enfermizo por escribir aunque no sea Eloy Tizón.