6/28/2006

La Marsellesa


Ayer estaba sentado en el sofá de casa, Lucia sufría una fiebre interminable que sin embargo no la impedía rechazar con toda la absurdidad que la infancia tiene la medicina que le bajaría la temperatura.
El enfermo no quiere curarse, se está mejor enfermo que sano: puedes estar en la cama, todo el mundo es amable contigo, está permitido dormir a deshoras y ver programas absurdos en la televisión. La verdad es que estar un poco enfermo está muy bien. A mi sin ir más lejos me han venido atacando unas fiebres extrañas a la hora de la comida, que remitían, previa ingestión de termalgin, a las pocas horas, mi vida era una dicotomía o me marchaba a casa a disfrutar de mi cama fresca y recién hecha, o me quedaba en la oficina, con la certeza de que a las pocas horas la temperatura bajaría y, aunque mi interés y dedicación no, podría continuar mi trabajo.
Comentaba que ayer estaba sentado en el sofá y España jugaba con Francia, a Lucia, que no la interesa el fútbol, la suelo decir que vea por lo menos los himnos, no sé muy bien porque lo hago, quizá para que se sienta identificada con la bandera y el himno de su país, quizá para esté presente en la parte litúrgica de un juego dominado por los intereses comerciales, no lo sé con certeza. Ayer Lucia tenía fiebre y yo en lugar de dejarla que disfrutara de sus dolencias la puse a ver el himno.
Empezó el himno de España, en la televisión se veían los rostros asustados y sin poder asumir la responsabilidad de los españoles que jugueteaban con su mirada dejándola perderse en el infinito, como si allí estuviera la fuerza de la que carecían. Después empezó La Marsellesa y entendí que comparando un himno con el otro este le daba mil vueltas al de España, los franceses cantaban la letra como guerreros antes de la batalla y nosotros nos empequeñecíamos más y más. Al terminar el himno se hizo un silencio sólo roto por el miedo frío de nuestro equipo. Yo lo vi claro, cuando el himno terminó pensé –nos van a ganar, se nos van a merendar–. Y a fe que lo hicieron, los experimentos paleto-Kalimotxeros del OPA! y el ¡A por ellos OE! No pudieron con la Marsellesa, estaba claro.

Aux armes citoyens!
Formez vos bataillons!
Marchons, marchons,
Qu'un sang impur
Abreuve nos sillons.

6/22/2006

Premio Herralde


Los últimos dos libros que he leído–el último, Suicidios ejemplares de Vila-Matas y el penúltimo El desfile del Amor de Sergio Pitol me han dejado un regusto raro–.
No sé si he leído con estado adverso, desconozco si mi capacidad de abstracción está atorada o son quizás los kilos de menos que he perdido, que resulta que también he perdido de cerebro pero no le he cogido el gusto al libro de Pitol–Premio Herralde por unanimidad, pues vaya, me parece una obrita menor un divertimento comparado con la hora azul o los detectives salvajes–. Yo como soy un ignorante, pienso que si digo que no me gusta un libro va a ser por eso, por ignorante, no se hizo la miel para boca del asno. Pero es que resulta que el libro de Pitol tiene su aparente gracia, esa palabras tan rimbombantes, de los personajes y la imposibilidad de alcanzar la verdad, y yo digo qué mierda de historia es la que hay que saber, no digo que sean las tramas ocultas del asesinato de Kennedy pero es que a mi como lector de da igual lo que haya ocurrido. Entonces que importa que no se sepa la verdad si nos importa un carajo. Pongamos un ejemplo de una historia inventada:

Un niño camina por la calle, lleva pantalones cortos, polo de colores, zapatillas blancas y bota una pelota de fútbol de reglamento, que no de marca. Va camino del centro comercial, cruza sin usar el paso de cebra lo que provoca una fuerte regañina por parte de un agente de movilidad. Al otro lado de la acera se muestra el centro comercial, majestuoso, destartalado y coronado por pirámides de cristal oscuro, no hace mucho tiempo transparente. Recuerda que hace dos años un hombre con traje gris escupió en ese mismo sitio y una señora con un carrito de la compra resbalo y perdió algo de fruta.
El niño se acuerda porque subió corriendo las escaleras del centro y llamó al de seguridad, que pidió una ambulancia y reprendió al señor del traje. El señor del traje negaba cualquier relación en la caída y mucho menos el haber perpetrado un hecho tan insalubre como era esputar en la vía pública. Unos quince minutos más tarde un BMW fue sustraído del aparcamiento, el dueño del vehículo acusa a la señora de haber organizado su caída para distraer a los miembros de seguridad y favorecer el hurto de uso de su vehículo. Una chica que está acodada junto a la barandilla de la escalera es besada por un desconocido, la chica acepta el beso al ver las llaves de un BMW último modelo. La chica resulta ser la hija del hombre que escupió en la calle, que produjo la caída de la señora que movilizó a la seguridad del centro que descuidó la vigilancia del parking, que permitió a alguien robar un BMW y así poder besar a la chica.

Esta es una historia absurda, a quién le importa, con independencia de lo exagerada que está. Todo encaja, porque se mete a presión. Los personajes están bien perfilados –los de Pitol, no los míos–, pero es que podía tener la novela 200 páginas más o menos que da igual.

¿Destripo la historia? Hombre siendo Premio Cervantes y del año 82 ya la deberían haber leído y si no lo han leído, lean otra cosa, que hay cientos de libros maravillosos que se encuentran olvidados.

La destripo.


Un historiador mejicano afincado en Inglaterra durante largo tiempo regresa a Méjico con la intención de publicar su libro sobre el año 1912. Casi por casualidad le llegan unos documentos de un acontecimiento que ocurrió cuando era pequeño. Los hechos ocurrieron durante la celebración de una fiesta en un edificio de apartamentos donde el vivía. Un edifico de apartamentos que estaba por aquel entonces de moda. Se produce un asesinato de un austriaco, el hijastro de su tío y dos jóvenes son heridos. Parece que a lo largo de la historia aclararemos qué es lo que pasó y por qué. Pues no, nos presentará a diversos personajes todos más o menos interrelacionados y que cada uno cuenta la historia como le apetece. Por momentos para que la historia importante es otra, la razón de la muerte de un tío del protagonista, pero tampoco se queda a medias. Aparece un tal Martinez–matón del tío– y un periodista lleno de rabia y prevención que guarda una historia de un castrado y majestuosa entre todos una tal Delfina a cuyo alrededor parece acontecer todo y cuyo hijo después de años muere. Y dirán ustedes:

¿Y que?

Pues eso mismo digo yo. Que vale, que muy bien. Y quién soy yo para decirle nada al señor Pitol yo que junto letras con desgana y poca categoría.

Pues eso mismo digo yo.

Suicidios Ejemplares está mejor pero no es El viaje vertical. Hay algunos relatos muy divertidos, otros algo más plúmbeos. Pero vamos yo creo es un cojunto de relatos sin pretensiones que algunos alcanza altos vuelos.

6/18/2006

Pasatiempo. El juego de los siete errores (Inciso nº 1)



Además de que en una foto está Ana y en la otra Cesar ¿Qué más cosas han cambiado en poco tiempo?

Momentos tiernos del Viernes Isobell y Richard Hawley (6ª Parte)



Buen disco el que grabaron a duo Isobell y Mark Lanegan, sorprende un poco que la princesa de la suavidad y la inocencia, del perrito en el parque de Glasgow, de los inocentes momentos cotidianos, se nos transforme en una especie de cantante country americana, pero la verdad es que lo hace bien, su camaleónica vida musical va evolucionando a mundos fronterizos, leves y calculadamente solitarios.
Isobel salio al escenario acompañada de una excelente banda y el encargado de hacer de Mark Lanegan era Eugene Kelly, este chico estaba en The Vaselines, pero no tenía el gusto. Ballad of the Broken Seas, que así se llama el disco que ha hecho esta ex Belle and Sebastian, ex Stuart Murdoch con el ex Screaming Trees, ex Queens of the Stone Age, es un buen disco y fue reproducido con esmero y sencillez. La noche se trufó de suaves sonidos, casi susurros de espuma que nos hacían pensar en momentos tristes y a veces felices. Isobell es tímida pero afronta con competencia su papel de estar al frente. Muy recomendable para los amantes de los sonidos acústicos y desmayados.

En un festival tienes que elegir, a veces aciertas y a veces te equivocas, nosotros nos equivocamos con Lou Reed y Killing Joke pero acertamos con The Boredoms o con Shellac–eso no vale, sí que vale, yo estaba tan afectado por no tener entrada que pensé que al igual que el año pasado con Tortoise ya no tendría sitio–A veces la elección es imposible y ver a Isobell nos retrasó considerablemente la llegada a ver a Richard Hawley. Por aquel entonces Ana y Elena ya habían llegado perfectamente acreditadas. Las fuerzas aún intactas y sólo vimos el final de lo que presumo un maravilloso concierto que sonaba fantástico.

El viernes todavía serenos en el Primavera (6ª Parte)



Creo que nos comimos un perrito caliente, un Frankfurt como dicen en Barcelona, y nos dirigimos rápidamente al escenario Vueling donde tocaban Drive by Truckers estos a diferencia de los anteriores son un banda sincera que pone sus tres guitarras, las tres hachas, al servicio de imágenes de Alabama, ladrones y forajidos que recorren las carreteras secundarias, que duermen en moteles de carretera y que no paran de huir luchando por alcanzar la frontera del estado. Su compenetración y manejo superiores, me encantaron. Y llegamos a uno de mis mitos de juventud Killing Joke tocaban cuando ya empezaba a anochecer en el escenario grande, ellos fueron el primer grupo que vi en directo, tenía 15 años y fue en Rock-Ola, esta historia creo ya la conté en algún momento asi que no la voy a repetir. En aquel momento el grupo estaba en su esplendor, cuando estallaron las bandas afterpunk inglesas, establecieron un marco de sonido tupido, a veces aterrador, a veces bailable y que con el tiempo derivaría en un rock de guitarras más comercial. Jaz Coleman y yo nos reencontramos ya mayores los dos–él más que yo–y aunque son capaces de representar un ambiente fantasmagórico de terror victoriano, su estilo musical ha derivado hacia una aproximación del sonido de NIN o Ramstein: ruido, guitarras, gritos, poses y poco más. Jaz Coleman no es desde luego Peter Murphy este sí que tienen un pacto con el diablo. A la quinta o sexta canción–y aguantamos mucho–nos fuimos a ver a Isobell Cambell.

6/16/2006

Con esta entradita terminamos el concierto de los Yeah Yeah Yeahs (5ª Parte)


Empezó Karen O agarrando su micrófono verde fosforescente que era muy llamativo pero que no sonó en la primera canción. Ella era la sacerdotisa de una liturgia que ya hemos visto mil veces. Los Yeah Yeah Yeahs son una banda de rock que calca en sus actuaciones todos los clichés del rock, se apoyan en toda la imaginería e iconografía tradicional de los rock and roll star, de los dinosaurios vamos. Karen posa, grita, salta, se masturba con el micrófono verde y lo que al principio resultó entretenido, empezó a provocarme bostezos después de un rato. Me di cuenta de que eran unos malos actores representando un papel antiguo, que no les sale de dentro. El guitarra se mira cien veces en un espejo invisible–¿Es cool esta postura? ¿Levanto más la ingle para que se note que mi polla cambia el ángulo de inclinación de la guitarra –probablemente pensara algo similar. Es pinturero, cambia de guitarra a cada canción como si hiciera falta modificar afinaciones de su monótono rasgado y rodeado de mil pedales no deja de disfrutar consigo mismo. Es joven, es guapo, es un rock and roll star, seguro que tiene acceso a un monitor de video para corregir su postura y quedar suficientemente empalmado consigo mismo. Con la guitarra no hace nada de otro mundo, pero pone cara de hacerlo, el problema es que este truco en un festival donde las guitarras y los guitarristas abundan se nota mucho. Que rompa la guitarra a lo Pete Townsend o Hendrix no es más que otro efecto visual muy calculado. Si ayer los Drones lo hubieran hecho hubiera sido otra cosa, a ellos la música les salía del hígado a los yeah yeah yeah del cerebro y eso se nota sin embargo pasamos un rato divertido. La verdad es que según nos dimos cuenta de las trampas que nos mostraban nos fuimos retrasando y vimos otra clase de trampas, como la chica de la foto que tras pasar tres veces delante de nosotros nos hizo cuestionarnos muchas cosas pero como buenos tíos al final fuímos a lo importante ¿Qué tipo de bragas llevaba?

6/14/2006

La historia más larga sobre el Primavera sin que la cuente Julio Ruiz (4ª Parte)


Estábamos perezosos, sólo queríamos tomar una cerveza y comentar cosas sin importancia.

La terraza estaba llena de turistas, unos, que parecían ingleses, y que nos imaginamos que eran de algún grupo, no paraban de beber pintas y tarareaban canciones. Yo ponía el oido, eran una especie de OasisBabyshambles: unos parecían Noel Galagher y otros Pete Doherty. No sé quienes eran, a lo mejor un grupo de un charter de Mallorca que se había escapado del Prat y pretendía suicidarse a base de beber hasta no poder más, o los pipas de alguno de los grupos, o un elenco de plumillas de los medios británicos más importantes.

Se estaba tan bien en la terraza que nos pusimos a comer y todo y hasta tenían pacharán, no como el bar dominicano, después de dos de pacharanes, breve siesta y otra vez hacia el forum, Ana se quedó esperando a Elena.

“Caminamos por los pasillos del metro, sólo nos fijamos en las chicas, las taladramos en secreto con nuestros ojos lascivos, dentro de unos segundos las olvidaremos.
Hay mucha gente, a esta hora la genta que va en el el metro no parece moderna, aunque lo sea. Se ve a gente con bolsas de muebles o estanterías de esas que venden en el IKEA. Una chica rubia nos mira pero creo que lo hace con reproche o simplemente despistada, ensimismada con sus problemas del trabajo o con su novio, o cansada pensando en el resto de cosas que tiene que hacer antes que termine el día. Esa chica rubia nos mira, pero no nos mira, sólo nos utiliza como rampa de lanzamiento de sus imágenes inclinadas.
Según escribo levanto la vista de vez en cuando para ver si alguien me mira. Nadie lo hace, soy yo el que mira, nadie se asombra de que alguien escriba en una libreta en el metro, quizá debería mirarles más como si fuera un copista, para que se dieran cuenta que escribo sobre ellos. Acaba de entrar una chica que tendrá entre 20 y 25 años con el pelo estilo Carnaby Street, tiene la piel muy blanca me pregunto si llevará nuestro mismo destino.
Ayer a mitad de trayecto entraron tres hombres cincuentones, uno de ellos llevaba en el pecho un adhesivo que decía “Contra los despidos de Taurus, defendamos nuestros derechos”. Eran tres hombres mayores que debían llevar desde que eran unos chavales trabajando en la misma empresa, empezaron de aprendices y luego fueron progresando: de peón a especialista, de especialista a oficial y alguno llegó hasta a Jefe de Equipo.
Hace dos años la fábrica cambió de dueños, prometieron que tendrían trabajo para toda la plantilla, que se conservaría el empleo, sólo les pidieron moderación en la negociación del convenio. Hoy nadie se acuerda de aquellas promesas, en la última asamblea les comunicaron que lo que quiere La Dirección es reducir de un plumazo a un cuarto de la plantilla. Ellos piensan que si permanecen todos juntos conseguirán que La Dirección se eche atrás, además está la Generalitat que ha dicho que no se permitirán más deslocalizaciones y menos con el nuevo Estatut. A mi me parece que los van a ir largando a todos, poco a poco, despacito, a lo mejor a este expediente aguantan, luego habrá otro, con menos dinero y luego el de cierre,les indemnizarán, pero no lo suficiente.
Al principio con la indemnización y la prestación del desempleo se puede aguantar, pero con 53 años se es muy mayor para que te contrate nadie y muy joven para jubilarse. Tanto tiempo en casa con sus mujeres no será algo normal, la falta de costumbre de estar juntos, el no saber que decirse, la relación que sólo se sostiene frente al televisor. Discutirán, se dirán las cosas que llevan ocultas lustros y que en un arrebato de ira se lanzarán el uno al otro. Descubrirán que sus hijos existen, crecen y cambian y que ya no les necesitan más que para que les den dinero y pases de pernocta. Se empezarán a sentir cada día un poco más muertos y se juntaran los tres en un bar, o en una cena triste y uno de ellos les informará que se separa de la mujer que ya no pueden más. El otro, no les dirá que cada día se siente un poco más muerto, que también ha pensado en separase pero que no se atreve, lo que no sabe es que su mujer ha pensado lo mismo pero ha postergado su decisión porque le da pena, el tercero los mira y desea estar lejos, muy lejos de allí, pero no se imagina donde, una vez estuvo en Fuertenventura, era un lugar bonito, calmado, hacía viento…, el metro llega a la estación del Forum y ellos se quedan en su conversación esperanzada, creyéndose sus teorías y sus pactos y sus comités”.

Llegamos bastante pasadas las seis por lo que sólo nos da tiempo a ver el final de los Constantines. Esta canción fue una exhibición de entrega y energía. Hay muchas bandas que han adoptado la distorsión y el ruido como uno de sus leit motiv, algunos no lo saben pero eso lo hacían ya King Crimson y el Krautrock y el sonido Canterbury. Desde hace un tiempo hemos vivido una especie de revival de ese sonido y genbte tan interesante como Mogwai ha tomado muchos elementos de esos sonidos, sin embargo hay ruido y distorsión que me creo como con The Constantines y otros casos que no. Espero llegar antes la próxima ocasión.

En unos minutos irrumpireronn en el escenario grande unos de los platos fuertes, The Yeah, Yeah, Yeahs. Y la verdad es que me sorpredieron, perono en el modo que yo esperaba.
Es un grupo que lo tiene todo: imagen, actitud, buenas canciones y ganas. A pesar de abrir el escenario grande, estrella Damm, no presentaron complejo alguno, al contrario Karen O, la voluptuosa cantante, se disfrazó con un vestido que era una clara referencia los colores de la senyera y llevaba una pashmina brimmante de color blaugrana. A mi me pareció bien, de hecho es de lo que mejor me pareció de su concierto. Karen O quería provocar y no tanto en lo político, donde pienso que simplemente quería agradar como en la perturbación sexual del respetable, llevaba una falda corta, muy corta y sólo la protegían unas medias que apenas cubrían la mitad sus muslos, al final la imaginación estaba demasiado presente.

–Un inciso ¿Y eso que tiene que ver?
–Nada es que no me gusta que me tomen por baboso
–Ya ¿Sabes que te digo?
–Que te falta algo para terminar esta representación puritana con éxito.
–Tienes razón ¿Cómo se me habrá podido olvidar?
–Para eso estamos, por mi te puedes sobrar
–Gracias. Es que iba vestida de guarra y así no se puede.
–Olé
–Guarra, más que guarra.

(Continuará)

6/13/2006

La cronica más larga no musical que se haya escrito sobre un acontecimiento musical (3ª Parte)


No quiero que con mi anterior comentario pudiera parecer que no me gustaron los Drones me gustaron, pero es que sus canciones algunas me parece que no están a la altura. Y no quiero empezar ahora una discusión entre la calidad de las canciones del primer disco de los Strokes–banda horrorosa en directo , con muy buenas canciones– y The Drones–banda con una magnífica puesta en escena y dedicación pero con canciones más incomibles que un estropajo–. Es más cool decir que los Drones molan más, además es que el último disco de los de New York ha resultado un truño.El caso es que casa vez echo de menos grupos con canciones, hasta me gustan algunas de los Artic Monkeys, lo confieso , me estoy haciendo blando, estoy tan necesitado que ayer me puse a los Planetas y luego a Chucho que ya no estoy ni para traducir.

Después de los Drones, la banda que asumía la responsabilidad de destrozar el escenario Rockdelux eran Motorhead. Antes nos habíamos acercado al otro escenario donde tocaban No Neck Blues Band. Arrastré a mis amigos a ese escenario, a ver a ese grupo y todavía me caen collejas, igual que a la china del grupo que se le caían los platillos. Sólo nos quedamos a su primera e interminable canción; por eso nos perdimos el inicio de Motorhead que lo que hicieron, lo hicieron perfecto. A Ana que le gustan mucho, lo disfrutó. Reconozco que estuvo entretenido y que resulto muy ilustrativo de la potencia y capacidad de las bandas de hardcore clásico. Uno se empieza a temer que traigan a AC/DC. Pues ya puestos que le echen huevos y se atrevan con Sex Museum, que acaban de sacar nuevo disco.

Después de Lemmy, Pete Doherty. El concierto lo vi sentado desde la grada, sonaba fatal, horroroso, yo estaba bastante puesto y no estoy en disposición de criticar lo puesto que iba el ex líder de Libertines, pero por lo que me han contado parecía un guiñapo, se tambaleaba, no paraba de fumar y se despistaba. Este chico tiene fama de yonkie y de malote, ya no es una estrella del rock hay permiso para vilipendiarlo, denunciarlo y maltratarlo. El piloto del avión le denunció por pincharse en el baño pero luego resultó que no había restos de droga en ningún sitio. A este chico sólo le queda arrepentirse y pedir perdón a la sociedad, salir en programas de desintoxicación y a ser posible cortarse el pelo y hacerse religioso. Es una pena porque los dos discos de los Libertines están muy bien y el Down in the Albion tiene cosas interesantes pero este chico al igual que la chipionera, nos están retransmitiendo su muerte en directo. Es estúpido. Es su vida. No creo que vuelva a un concierto de él.

Creo aunque no recuerdo muy bien que nos movimos, nos cambiamos de escenario y nos encontramos con un mogollón de suecos que se llamaban I’m from Barcelona. Resultaron divertidos, anecdóticos. Una vez vistos no hace falta insistir más veces. El sonido me recordó terriblemente a The Go Team, espíritu de baile. Reconozco que lo pasé bien, el grupo creo que también.

Creo que era la segunda vez que veía a Yo La Tengo. En esta ocasión Ira Kaplan y los suyos se mostraron completamente diferentes, en aquella ocasión me parecieron muy pop y hasta Naif en esta había un importante componente noise, como si de alguna manera quisieran continuar a su modo el ejercicio de guitarras que se había desarrollado en ese escenario durante la tarde y la noche. Estuvieron bien pero hay grupos a los que por carisma y por historia hay que exigirles más.

El día termino con 2 Many Djs que me gustaron muchísimo, mucho más que otras veces, estaría más despejado, más predispuesto.

A las cinco salimos del Forum, J de los Planetas sale delante de nosotros. Llegamos al hotel a penas duermo, me despierto pronto, compro, libreta y portaminas y me pongo en la Churre a escribir las críticas del día anterior, luego llega Ana que se había ido prontito mientras tocaba el Doherty –lógico–. Menos Pablo que se quedó en la habitación nos pusimos todos a dar una vuelta por las inmediaciones y descubrimos La Rambla del Raval que es como Lavapiés pero más bonito y más de Pakistán. Según te adentras las calles se vuelven más angostas y sucias, que no conocen la restauración, los carteles de las tiendas no estaban en castellano, no estaban en catalán, estaban rotulados en miles de caracteres de origen persa, indio o tandorí. A medida que volvemos hacia la ronda de San Pau aparecen las bicicletas, la gente moderna.

Llegamos a una terraza y nos sentamos buscando el huidizo sol de aquel brumoso día de Junio. (continuará)

6/12/2006

Lo que no contaran las crónicas del Primavera (2ª Parte)


El Jueves es el día más descargado de actividad, nos dio tiempo a echar la siesta. No obstante ya nos mostramos en el metro sobrados haciendo trasbordo con la línea 3 en lugar de con la 2, la diferencia era tener que atravesar un pasillo de 1000 metros, a la ida cuando vas con ilusión, no pasa nada, todo trecho se hace corto, a la vuelta, con nuestro cuerpo ajado y nuestro espíritu por los suelos, parecía que estábamos ascendiendo un puerto con rampas del ocho por ciento. Tardamos un día en recordar que el año pasado no anduvimos tanto y como si el plano de metro fuera un sudoku, no despegamos nuestros ojos hasta descifrar el enigma, nos costó un poco, al final lo logramos.

Antes de entrar en el recinto del festival nos tomamos unas cervezas el un bar muy próximo que hacía un buen negocio mientras una especie de maruja, autodeclarada vecina del ¿barrio? Se quejaba amargamente por la nueva actividad que se iba a desarrollar en el Forum y que con probabilidad turbaría su descanso, ya tan maltrecho por la desazón producida por la marcha de La Chipionera.–Se va a enterar el Clos de quién son los vecinos–dijo la maruja, el del bar la observaba como si tuviera delante al tonto del pueblo, el sabe que en esos casos no hay que llevar la contraria y siguió despachado bocadillos y botellines de Estrella.

Yo ya no podía más, quería canjear mi entrada y entrar en el recinto. Ana era VIP así que se fue en busca del misterioso pase de mágicos efectos. Pablo, Cesar y yo entramos por la cola de lo borregos. Nos dieron una tarjeta que tenía dibujado el contorno de alguno de los personajes que han formado parte del artwork–que palabra tan malsonante, imagen gráfica, mejor–del festival. La peluquera maruja-moderna, el repartidor de butano indio-que no indie, aunque también podría ser–, el dependiente del bar. Me ha parecido una estupenda campaña de imagen, al estilo sonar, destacando más el concepto del festival en si mismo que los nombres que lo componen. Y este rollo artístico conceptual ¿A qué venía?

–Ah, ya recuerdo que me gustó la tarjeta.

–Sí, me pierdo, perdonen, lo confieso el Primavera me gusta mucho y me hace perder el hilo, no soy objetivo, luego veo a los grupos y no pasa lo mismo, mi entreguismo se circunscribe al festival que tiene la virtud de traer a gente interesante y en el momento justo, sin convertirse en una aglomeración de gente que sólo va a ver un grupo. También traen a viejas glorias, en algunos casos aciertan: Iggy Pop, The Pixies, Violent Femmes, Big Star; Motorhead; en otros se equivocan: Killing Joke, Human League; en otros lo intentan pero el recuerdo es demasiado fuerte frente a la pesadez del presente: New Order, Gang of Tour, Lou Reed .

Estaba yo diciendo que finalmente entramos en el recinto y entre el resol nos encontramos con lo que era una desconocida banda para nosotros, Southern Arts Society. Nos gustó, sonaba con corazón, el sol se mezclaba con la bruma y formaba una especie de película invisible a través de la cual se tamizaban los lánguidos sonidos de esta banda. Me pareció un pelín pretencioso, prometo escuchar su disco con interés. El cantante ha sido miembro de varias bandas importantes y llevaba siete años sin editar nada, al parecer está muy vinculado a Green Ufos donde se ha editado su disco. Lamento no tener una foto pero se las pediré a Cesar. Pongo una robada de la web del grupo, prometo estar más aplicado en otros momentos. Por aquel entonces nos encontrábamos frescos y bien alimentados. Después de un par de cervezas y un par de otras cosas, nos sentíamos preparados para los Drones. Este grupo sí que lo conocía, según el Ruta 66, la mejor banda de Rock del momento, son australianos, tienen pinta de lavarse poco y de vivir al estilo cutre del rock and roll. Además es una banda de rock con chica, lo que a mi me parece un elemento siempre atractivo–excepto en el caso de Yo La Tengo–. Empezaron muy rápido, con contundencia, me recordó el primer tema a John Spencer Blues Explosion, con más fuerza que pericía repasaron su repertorio, interesantes y rápidos algunos temas, monótonos y plomizos otros. Y luego pues se dedicaron a jugar con la guitarra, a distorsionar, a golpear con fuerza y la verdad es que consiguieron conquistar a un público todavía no muy numeroso pero súper concienciado de lo que iba a ver, parecía el día público Ruta 66–quizá por eso había tan poca gente viendo a una banda tan cojonuda como The Drones en directo–.

6/09/2006

Lo que otras crónicas del Primavera no contarán


Este año, para que no se diga, he anotado mi impresión de los conciertos en una libretilla, con lo que en los próximos días os aburriré con mis sagaces y despiadadas crónicas del Primavera Sound; pero también hay una serie de acontecimientos que merecen la pena ser contados, luego se olvidan y no pasa nada, pero a mi me da pena, así que empiezo:

Nos fuimos al Primavera Sound. Sin anestesia el jueves de mañanita cogimos un avión y en un abrir y cerrar de ojos estábamos en la Paza de Catalunya. El primer grupo lo formábamos PK, Cesar, Ana y yo, el viernes vendrían Elena y Carmen para conformar el equilibrio de sexos.

Antes del viaje Ana comprobó que por segunda vez algo nacía dentro de su cuerpo–la verdad era por tercera vez, pero mejor olvidar la anterior–. Alegría y prevención al mismo tiempo; hay que cuidarse, no me debo de pasar–decía ella–. Más adelante hablaremos de esté crecimiento interior que viene duplicado, sí lo que se oye, pero entonces no lo sabíamos.

El Hotel, el mismo que el año pasado. Este año no nos perdimos por las salidas del metro y llegamos a la entrada. Después de un rato comprobamos que la habitación era peor que la del año pasado, en la tele, que la dejamos puesta, se oía el murmullo de voces y estulticia del duelo de La Chipionera.

Tomamos unas cervezas en La Churre, al parecer estamos en un barrio que se llama Poble Sec pero si cruzamos una calle, llegamos a otro que se llama el Raval, que a mi me sonaba a mestizaje y no me equivocaba.

La Churre es una churrería que tiene una terraza perfectamente situada, en mitad de la calle peatonal y enfrente del BUSCOPIS, que es una inmobiliaria típicamente catalana pues en otro sitio eso suena mal.

Después de unas cervezas comimos en un estupendo restaurante que está en la calle Roser, se llama Rosal 34 y es cómo una rosa en un estercolero, es probablemente el único local de calle con un poco de estilo y con gusto. Comimos fantástico y a un precio razonable, a ese sitio volveríamos el sábado. Es curioso el año pasado estaba pero no nos fijamos o no nos atrevimos pensando que igual sería muy caro. Ilusos de nosotros salimos de ahí en busca de un bar donde tomar un pacharán y con ese criterio que tenemos los de Madrid que cualquier sitio que pone bar es un buen sitio, nos metimos en un bar dominicano, donde aparte de ignorar lo que es el pacharán, no se podía fumar y encima estaban viendo el entierro o lo que fuera de Rocío Jurado. Pedimos Ron, con algo de miedo, y permanecimos silenciosos viendo como todo el mundo nos observaba. (Fin de la primera parte)