6/12/2006

Lo que no contaran las crónicas del Primavera (2ª Parte)


El Jueves es el día más descargado de actividad, nos dio tiempo a echar la siesta. No obstante ya nos mostramos en el metro sobrados haciendo trasbordo con la línea 3 en lugar de con la 2, la diferencia era tener que atravesar un pasillo de 1000 metros, a la ida cuando vas con ilusión, no pasa nada, todo trecho se hace corto, a la vuelta, con nuestro cuerpo ajado y nuestro espíritu por los suelos, parecía que estábamos ascendiendo un puerto con rampas del ocho por ciento. Tardamos un día en recordar que el año pasado no anduvimos tanto y como si el plano de metro fuera un sudoku, no despegamos nuestros ojos hasta descifrar el enigma, nos costó un poco, al final lo logramos.

Antes de entrar en el recinto del festival nos tomamos unas cervezas el un bar muy próximo que hacía un buen negocio mientras una especie de maruja, autodeclarada vecina del ¿barrio? Se quejaba amargamente por la nueva actividad que se iba a desarrollar en el Forum y que con probabilidad turbaría su descanso, ya tan maltrecho por la desazón producida por la marcha de La Chipionera.–Se va a enterar el Clos de quién son los vecinos–dijo la maruja, el del bar la observaba como si tuviera delante al tonto del pueblo, el sabe que en esos casos no hay que llevar la contraria y siguió despachado bocadillos y botellines de Estrella.

Yo ya no podía más, quería canjear mi entrada y entrar en el recinto. Ana era VIP así que se fue en busca del misterioso pase de mágicos efectos. Pablo, Cesar y yo entramos por la cola de lo borregos. Nos dieron una tarjeta que tenía dibujado el contorno de alguno de los personajes que han formado parte del artwork–que palabra tan malsonante, imagen gráfica, mejor–del festival. La peluquera maruja-moderna, el repartidor de butano indio-que no indie, aunque también podría ser–, el dependiente del bar. Me ha parecido una estupenda campaña de imagen, al estilo sonar, destacando más el concepto del festival en si mismo que los nombres que lo componen. Y este rollo artístico conceptual ¿A qué venía?

–Ah, ya recuerdo que me gustó la tarjeta.

–Sí, me pierdo, perdonen, lo confieso el Primavera me gusta mucho y me hace perder el hilo, no soy objetivo, luego veo a los grupos y no pasa lo mismo, mi entreguismo se circunscribe al festival que tiene la virtud de traer a gente interesante y en el momento justo, sin convertirse en una aglomeración de gente que sólo va a ver un grupo. También traen a viejas glorias, en algunos casos aciertan: Iggy Pop, The Pixies, Violent Femmes, Big Star; Motorhead; en otros se equivocan: Killing Joke, Human League; en otros lo intentan pero el recuerdo es demasiado fuerte frente a la pesadez del presente: New Order, Gang of Tour, Lou Reed .

Estaba yo diciendo que finalmente entramos en el recinto y entre el resol nos encontramos con lo que era una desconocida banda para nosotros, Southern Arts Society. Nos gustó, sonaba con corazón, el sol se mezclaba con la bruma y formaba una especie de película invisible a través de la cual se tamizaban los lánguidos sonidos de esta banda. Me pareció un pelín pretencioso, prometo escuchar su disco con interés. El cantante ha sido miembro de varias bandas importantes y llevaba siete años sin editar nada, al parecer está muy vinculado a Green Ufos donde se ha editado su disco. Lamento no tener una foto pero se las pediré a Cesar. Pongo una robada de la web del grupo, prometo estar más aplicado en otros momentos. Por aquel entonces nos encontrábamos frescos y bien alimentados. Después de un par de cervezas y un par de otras cosas, nos sentíamos preparados para los Drones. Este grupo sí que lo conocía, según el Ruta 66, la mejor banda de Rock del momento, son australianos, tienen pinta de lavarse poco y de vivir al estilo cutre del rock and roll. Además es una banda de rock con chica, lo que a mi me parece un elemento siempre atractivo–excepto en el caso de Yo La Tengo–. Empezaron muy rápido, con contundencia, me recordó el primer tema a John Spencer Blues Explosion, con más fuerza que pericía repasaron su repertorio, interesantes y rápidos algunos temas, monótonos y plomizos otros. Y luego pues se dedicaron a jugar con la guitarra, a distorsionar, a golpear con fuerza y la verdad es que consiguieron conquistar a un público todavía no muy numeroso pero súper concienciado de lo que iba a ver, parecía el día público Ruta 66–quizá por eso había tan poca gente viendo a una banda tan cojonuda como The Drones en directo–.

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