6/14/2006

La historia más larga sobre el Primavera sin que la cuente Julio Ruiz (4ª Parte)


Estábamos perezosos, sólo queríamos tomar una cerveza y comentar cosas sin importancia.

La terraza estaba llena de turistas, unos, que parecían ingleses, y que nos imaginamos que eran de algún grupo, no paraban de beber pintas y tarareaban canciones. Yo ponía el oido, eran una especie de OasisBabyshambles: unos parecían Noel Galagher y otros Pete Doherty. No sé quienes eran, a lo mejor un grupo de un charter de Mallorca que se había escapado del Prat y pretendía suicidarse a base de beber hasta no poder más, o los pipas de alguno de los grupos, o un elenco de plumillas de los medios británicos más importantes.

Se estaba tan bien en la terraza que nos pusimos a comer y todo y hasta tenían pacharán, no como el bar dominicano, después de dos de pacharanes, breve siesta y otra vez hacia el forum, Ana se quedó esperando a Elena.

“Caminamos por los pasillos del metro, sólo nos fijamos en las chicas, las taladramos en secreto con nuestros ojos lascivos, dentro de unos segundos las olvidaremos.
Hay mucha gente, a esta hora la genta que va en el el metro no parece moderna, aunque lo sea. Se ve a gente con bolsas de muebles o estanterías de esas que venden en el IKEA. Una chica rubia nos mira pero creo que lo hace con reproche o simplemente despistada, ensimismada con sus problemas del trabajo o con su novio, o cansada pensando en el resto de cosas que tiene que hacer antes que termine el día. Esa chica rubia nos mira, pero no nos mira, sólo nos utiliza como rampa de lanzamiento de sus imágenes inclinadas.
Según escribo levanto la vista de vez en cuando para ver si alguien me mira. Nadie lo hace, soy yo el que mira, nadie se asombra de que alguien escriba en una libreta en el metro, quizá debería mirarles más como si fuera un copista, para que se dieran cuenta que escribo sobre ellos. Acaba de entrar una chica que tendrá entre 20 y 25 años con el pelo estilo Carnaby Street, tiene la piel muy blanca me pregunto si llevará nuestro mismo destino.
Ayer a mitad de trayecto entraron tres hombres cincuentones, uno de ellos llevaba en el pecho un adhesivo que decía “Contra los despidos de Taurus, defendamos nuestros derechos”. Eran tres hombres mayores que debían llevar desde que eran unos chavales trabajando en la misma empresa, empezaron de aprendices y luego fueron progresando: de peón a especialista, de especialista a oficial y alguno llegó hasta a Jefe de Equipo.
Hace dos años la fábrica cambió de dueños, prometieron que tendrían trabajo para toda la plantilla, que se conservaría el empleo, sólo les pidieron moderación en la negociación del convenio. Hoy nadie se acuerda de aquellas promesas, en la última asamblea les comunicaron que lo que quiere La Dirección es reducir de un plumazo a un cuarto de la plantilla. Ellos piensan que si permanecen todos juntos conseguirán que La Dirección se eche atrás, además está la Generalitat que ha dicho que no se permitirán más deslocalizaciones y menos con el nuevo Estatut. A mi me parece que los van a ir largando a todos, poco a poco, despacito, a lo mejor a este expediente aguantan, luego habrá otro, con menos dinero y luego el de cierre,les indemnizarán, pero no lo suficiente.
Al principio con la indemnización y la prestación del desempleo se puede aguantar, pero con 53 años se es muy mayor para que te contrate nadie y muy joven para jubilarse. Tanto tiempo en casa con sus mujeres no será algo normal, la falta de costumbre de estar juntos, el no saber que decirse, la relación que sólo se sostiene frente al televisor. Discutirán, se dirán las cosas que llevan ocultas lustros y que en un arrebato de ira se lanzarán el uno al otro. Descubrirán que sus hijos existen, crecen y cambian y que ya no les necesitan más que para que les den dinero y pases de pernocta. Se empezarán a sentir cada día un poco más muertos y se juntaran los tres en un bar, o en una cena triste y uno de ellos les informará que se separa de la mujer que ya no pueden más. El otro, no les dirá que cada día se siente un poco más muerto, que también ha pensado en separase pero que no se atreve, lo que no sabe es que su mujer ha pensado lo mismo pero ha postergado su decisión porque le da pena, el tercero los mira y desea estar lejos, muy lejos de allí, pero no se imagina donde, una vez estuvo en Fuertenventura, era un lugar bonito, calmado, hacía viento…, el metro llega a la estación del Forum y ellos se quedan en su conversación esperanzada, creyéndose sus teorías y sus pactos y sus comités”.

Llegamos bastante pasadas las seis por lo que sólo nos da tiempo a ver el final de los Constantines. Esta canción fue una exhibición de entrega y energía. Hay muchas bandas que han adoptado la distorsión y el ruido como uno de sus leit motiv, algunos no lo saben pero eso lo hacían ya King Crimson y el Krautrock y el sonido Canterbury. Desde hace un tiempo hemos vivido una especie de revival de ese sonido y genbte tan interesante como Mogwai ha tomado muchos elementos de esos sonidos, sin embargo hay ruido y distorsión que me creo como con The Constantines y otros casos que no. Espero llegar antes la próxima ocasión.

En unos minutos irrumpireronn en el escenario grande unos de los platos fuertes, The Yeah, Yeah, Yeahs. Y la verdad es que me sorpredieron, perono en el modo que yo esperaba.
Es un grupo que lo tiene todo: imagen, actitud, buenas canciones y ganas. A pesar de abrir el escenario grande, estrella Damm, no presentaron complejo alguno, al contrario Karen O, la voluptuosa cantante, se disfrazó con un vestido que era una clara referencia los colores de la senyera y llevaba una pashmina brimmante de color blaugrana. A mi me pareció bien, de hecho es de lo que mejor me pareció de su concierto. Karen O quería provocar y no tanto en lo político, donde pienso que simplemente quería agradar como en la perturbación sexual del respetable, llevaba una falda corta, muy corta y sólo la protegían unas medias que apenas cubrían la mitad sus muslos, al final la imaginación estaba demasiado presente.

–Un inciso ¿Y eso que tiene que ver?
–Nada es que no me gusta que me tomen por baboso
–Ya ¿Sabes que te digo?
–Que te falta algo para terminar esta representación puritana con éxito.
–Tienes razón ¿Cómo se me habrá podido olvidar?
–Para eso estamos, por mi te puedes sobrar
–Gracias. Es que iba vestida de guarra y así no se puede.
–Olé
–Guarra, más que guarra.

(Continuará)

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