3/07/2006

Introspección, meandros y morcillas


Antes de los mp3, incluso antes que los walkmans, existían pocos entretenimientos para los largos viajes o las esperas prolongadas: la lectura y el pasatiempo. Dejemos a las sopas de letras a un lado y hablemos de lectura y dentro de la lectura dejaremos para otro día las muy interesantes fotonovelas, las revistas, tebeos y comics y ciñámonos a las novelas por entregas, al folletín, a Marcial Lafuente Estefanía y tantos entretenimientos escritos hoy sustituidos por la televisión.

Había un escritor, muchas veces anónimo, que iniciaba una historia en desarrollo que avanzaba según los gustos y el éxito de público. Más o menos como Aquí no hay quien viva o Siete Vidas. Lo normal es que pasaran muchas cosas, no había tiempo para introspección o la filosofía, los personajes eran extremos feos y malos, guapos y buenos y se desarrollaban en otros lugares a veces descritos e igual manera, en los que sólo se variaba el nombre y resultaba suficiente.

Leo críticas a Pérez Reverte en que se le acusa de exceso de trama, exceso de acontecimientos, falta de introspección, nulo pensamiento. Lo que no dicen es que entretiene. Nadie se atreve a cuestionar a los otros, a los tenidos como buenos escritores, a los que de verdad realizan profundas reflexiones, nadie les achaca su falta, su carencia, su desprecio por la trama. Puede que sus personajes estén bien traídos interiormente pero uno empieza a estar harto de personajes que son lectores, traductores, historiadores, profesores. Ejemplos de personajes escritores: Los detectives salvajes, 2666, Soldados de Salamina, El hijo del acordeonista, La velocidad de la luz, París no acaba nunca, Wasabi, Doctor Pasavento, El último negro Traductores: El pasado, Corazón tan Blanco. Profesores: Tu rostro mañana.

Son buenos libros, algunos excelentes, pero me estoy hartando de tanto personaje-escritor introspectivo. No se dan cuenta los críticos, que hacen falta escritores y novelas distintas, de gente diferente, de personas que viven, que trabajan, que sueñan, que se drogan, que enferman, que se casan, que son mensajeros, guardias de seguridad, pilotos, oficinistas que ocurran cosas, que funcione la imaginación y que se dejen los escritores de practicar el onanismo y la morcilla, digo meandro que es la forma culta de llamar a los rollos. En el fondo son unos vagos, el palntear los escenarios en lugares conocidos implica qe no es necesario documentarse, trabajas con calles ciertas, locales conocidos y personajes serigrafiados de tu entorno. Con eso no falta tiempo para la morcilla. Me parece bien pero que hagan ensayo. Además los críticos, los oficiales y los que tienen un blog se permiten el lujo de llamar idiotas a los lectores, a ti te gusta Tokio Blues porque eres idiota, porque no sabes. Es la forma de justificar que un libro venda aunque ellos lo critiquen. Otro artificio que usan es el leñazo retrasado, esperas a ver si un libro se vende e intentas destrozarlo, pero sólo si se vende. Yo no he leído el Código da Vinci, no he leído los alastristes, no he leído La historiadora, ni Harry Potter. No me seducen, no me interesan, leerlos sólo para criticarlos, no es lo que me interesa. No pierdo el tiempo en escuchar discos de Bisbal, no pierdo el tiempo en criticar a Amaral ¿Porqué tienen tanto miedo a Dan Brown? A pesar de todo lo que le han sacudido, los criticos, no han conseguido zaherirle. Deberíamos ser más críticos con los buenos y pedirles que además de cultivarnos nos entretengan, entonces venderían más libros, seguro y dejarían, algunos de quejarse.

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